Barrio Duggi
El barrio de Duggi o el Monturrio se encuentra situado en el archipiélago Canario en una zona privilegiada del centro de la capital tinerfeña, bordeado por la avenida de la Asunción, la calle San Sebastián, la calle general Galcerán y la rambla de Pulido.
Es uno de los barrios con más tradición en la capital tinerfeña, cuenta con una rica historia y en su emblemática plaza central, centro de reunión social del mismo.
A mediados del pasado siglo XX, las “fuerzas vivas” del barrio Duggi se reúnen en el patio del colegio San Fernando para recibir al obispo de la Diócesis, Domingo Pérez Cáceres. Era una ocasión especial para lucir las mejores galas en unos tiempos complicados, de muchas carencias, como fueron los de la postguerra.

El barrio de Duggi o El Monturrio, como de forma entrañable lo llaman sus vecinos, es uno de los más históricos de la capital tinerfeña. Sus gentes se mueven entre el orgullo de un rico pasado y la incertidumbre del futuro, con unas obras de mejora, canchas deportivas y varios incluidos en el barranco de Santos y unos aparcamientos subterráneos previstos en la emblemática plaza, junto al colegio San Fernando, cuya construcción ha levantado ampollas entre sus vecinos. Junto a Zenaido Hernández, periodista nacido e el barrio, EL DÍA diseccionó algunos retazos de su historia.
La familia Duggi procedía de la ciudad italiana de Livorno y llegó a Tenerife en el siglo XVIII para dedicarse al negocio del cultivo del viñedo. Hubo Duggis en la gesta de Nelson y otros con cargos municipales. Uno de ellos, Luis, dueño de las fincas de la zona, le dio nombre al barrio y a una calle porque propuso urbanizarlas.
La opinión pública insistió en su momento en que las calles de la zona debían dedicarse a patricios tinerfeños como Iriarte, Cairasco, Benavides, Serrano o Porlier. Era un barrio obrero en su origen, con gente de clase media y trabajadora, así como de casas terreras, de las que aún queda alguna. Una finca emblemática fue la de “Don Bruno”, prócer de raíces alemanas, pegada al barranco. Lo de El Monturrio se debe a que en la zona del actual colegio y la plaza existió una pequeña elevación que llegaba hasta Las Asuncionistas.
A Duggi lo rodean geográficamente el barranco de Santos, Asuncionistas y la Rambla de Pulido. La Parroquia de María Auxiliadora, en la calle Serrano, recoge los límites del barrio. Zenaido Hernández recuerda que “las fiestas de María Auxiliadora, que se hacen aún, eran del barrio Duggi y Galcerán, más las calles adyacentes a la plaza militar”.
El Monturrio ha dado personajes ilustres en casi todos los campos, desde Antonio Cubillo, que vivía en la calle Castro, hasta futbolistas, pasando por las Bellas Artes con los hermanos Borges Salas o el periodismo, caso de Antonio Martí. Al llegar noviembre, la finca de Don Bruno aprovisionaba a todo Santa Cruz de crisantemos y fue el origen de la primera floristería de la ciudad.
El edificio de Los Salesianos, que estaba en la esquina de Ramón y Cajal con Galcerán, con su asilo para niños, y el frontón adyacente ( bailes, boxeo y carreras de galgos incluidos ) fueron otros puntos importantes. En cuanto al barranco de Santos, estuvo habitado hasta los años setenta y cuenta con cuevas de gran valor antropológico y etnográfico. Incluso existe la idea de crear un Museo del Agua en una zona ventosa que albergó molinos hasta finales del XIX.
El colegio San Fernando nace como zona para la educación y junto a él la plaza, dos símbolos del barrio, en los años 30.
Hernández considera que “al colegio hay que quitarle la unidad que se construyó delante en los 70 por imperativo del crecimiento poblacional. No está acorde con el estilo y cubre un patio con una construcción provisional que así se quedó. Tenía dos patios y era un recinto muy peculiar, donde había comunión. Lo visitó, siendo ministro de Educación, Joaquín Ruiz Jiménez, un aperturista que se había formado fuera y se quedó impresionado. Tenía comedor, puericultora, coro, piano y un programa especial para niños disminuidos. Llegó a decir que ni los colegios suizos tenían el nivel del de aquí. Era un “colegio modelo”
Los laureles de Indias “son muy antiguos y queridos por el barrio”. Equiparables a los de la plaza Weyler, aunque sin la misma envergadura por estar sobre el suelo pedregoso”. Hernández critica el concurso de ideas para la plaza: “Le quitaría la s porque no ha sido abierto, no dieron otra opción”.

Los comienzos
En sus comienzos el barrio actual era la finca del Terrateniente D. Luis de Duggi. Existen numerosos ejemplos en la historia de Canarias, sobre el aprovechamiento de las aguas de escorrentía, gracias al uso de presas y embalses, pero pocos tan bien documentados como el de las presas del barranco de Santos de S/C de Tenerife. En el Archivo Municipal de S/C, podemos encontrar una abundante información sobre la construcción de las presas que se mencionan. Existen también planos antiguos de S/C, donde se señalan los emplazamientos de esas presas, en la actualidad gran parte de las presas mencionadas se encuentran semiderruidas y enterradas. Un examen de dicha documentación, nos permite realizar, de un modo aproximado, una reconstrucción histórica del terreno de la finca en cuestión y de la problemática del abastecimiento de aguas en S/C en la época en que se construyeron las presas. La utilidad de las presas, fue efímera. El barranco de Santos, en sus crecidas, arrastra grandes masas de material, y por lo tanto era totalmente previsible que las presas acabaran como finalizaron, parcialmente enterradas y arruinadas.
A principios del siglo XIX, S/C de nuevo volvió a tener problemas con su servicio de abastecimiento de aguas, ya que los caudales demandados por el desarrollo urbano y agrícola de la urbe no podían ser cubiertos con las disponibilidades que se tenían de los manantiales de Aguirre. El problema era tan grave, que los responsables municipales ya habían decidido solo atender el abastecimiento de la población. Las huertas de regadío que se encontraban en el interior (sobre todo en el barrio del Toscal) o en su perímetro, fueron de este modo abandonadas a su suerte. Se da la circunstancia que, gran parte de la producción de estas huertas se destinaba al abastecimiento de los barcos que recalaban en la rada de S/C. En esta época, en la que el transporte por carretera no estaba obviamente tan desarrollado como en la actualidad, la decisión de restringir el regadío, hipotecaba el futuro de la ciudad, ya que como se insiste, con esta medida ya no era posible atender el abastecimiento de los ricos convoyes de barcos ingleses que hacían escala en S/C en su viaje a la India. La mencionaba medida, paralizaba de facto, la vida económica de la ciudad y ahí están los escritos de la época para recordarlo.
Es en esos momentos, cuando se intenta aprovechar en parte las aguas que discurrían por el barranco de Santos. Hacia 1813, con el objetivo de poner en regadío terrenos ubicados en las proximidades del barranco de Santos, al sur de la ciudad, se comienza la construcción de presas, tal y como se puede comprobar en una certificación efectuada por el Escribano Público de fecha 22 de septiembre de 1813. A esta construcción le siguen otras, de tal modo, que con el tiempo, la construcción de presas en el Barranco de Santos se generalizó, tal y como se puede constatar en oficios e instancias de los años 1868 y 1869.
De todos los escritos presentados, relacionados con la construcción de presas, probablemente, el de más interés, sea la solicitud de construcción de presa y atarjea, presentada por D. Luis Duggi, para poner en regadío los terrenos ocupados por el actual barrio de Duggi de S/C.
En los planos de la época, se observa la existencia de una atarjea, que discurre de un modo aproximado por la actual calle de Ramón y Cajal.
Se da la circunstancia, que esta primitiva red de regadío, fue aprovechada posteriormente en el abastecimiento de aguas del barrio, muy al principio, cuando este inicia su andadura como tal. Probablemente, por ello, la trama urbana del barrio, muestre una cierta similitud, no del todo evidente, eso si, con la parcelación de regadío precedente.
Constitución como barrio
El Barrio de Duggi se constituyo como tal en la 1ª decena del siglo XX, (entre 1903 y 1906), siendo el tercer barrio capitalino en constituirse con residentes habituales después de los barrios del Toscal y los LLanos, en los terrenos cedidos por D. Luis de Duggi entre sus trabajadores. Uno de los hijos del Terrateniente (Duggi) llego a ser Teniente de Alcalde en el Consistorio Capitalino, según consta en los Archivos Municipales de S/C.
La historia de la construcción de presas en el barranco de Santos concluyó pronto, los avances tecnológicos que se estaban produciendo en materia de infraestructuras hidráulicas, contribuyeron a subsanar las severas deficiencias del servicio de abastecimiento de S/C., y las presas poco a poco fueron inutilizadas por el barranco de Santos. Las nuevas tecnologías de distribución de aguas, no por gravedad, sino por presión, se consolidan en S/C., cuando por fin se construye en la ciudad un Depósito Regulador (en el barrio de Salamanca) y cuando las nuevas canalizaciones de tuberías de fundición hicieron posible la distribución de aguas a presión. Las huertas del sur, aún continuaron explotándose, hasta que en su lugar se construyó la actual refinería de petróleos (1939) para poder surtir de combustibles a la islas, dejando atrás toda una época que, con toda probabilidad, quedó caracterizada por un deficiente servicio de abastecimiento de aguas que, en ciertas ocasiones, no fue capaz de proporcionar más de 13 litros hab/día y un servicio eléctrico no continuado, permitiendo con ello, el progreso de S/C.
En la actualidad el barrio, alberga, la iglesia de Mª Auxiliadora en la calle del general Serrano, el parque de Viera y Clavijo, el Pabellón Ana Bautista (situado en el barranco de Santos), el colegio San Fernando (sito en la calle Castro esquina Ramón y Cajal, el cual alberga la escuela Municipal de Música en su interior), la Plaza de la Paz (Rambla de Pulido), la Plaza Militar (Calle Gral. Serrano) y el almacén de abastos (situado en la calle del Gral. Porlier, creado en 1901),como monumentos más destacados y una población habitualmente residente de 8000 personas.
RINCONES Y CALLES DE LA CAPITAL
Cuatro Caminos, en la encrucijada de la Capital
La plaza de la Paz se conocía al principio con el nombre de plaza de los Cuatro Caminos, «que indica su primera vocación, que no ha cambiado, de encrucijada», tal y corno refleja Alejandro Cioranescu en su obra «Historia de Santa Cruz». Encrucijada entre el camino que iba a La Laguna y el Camino de los Coches. Se empezó a formar hacia 1870. Su nombre actual data de 1918, bajo el mandato de Esteban Mandillo Tejera.
Este cruce de caminos ha sido urbanizado en varias épocas. La primera está unida a la construcción de la Rambla de Pulido, en 1907, fecha en la que se tramitó la solicitud para considerarla vía urbana. La aprobación de este proyecto vino tras una gestión laboriosa y según los historiadores se puede considerar una gestión personal de Benito Pérez Armas. Esta vía no contó con adoquinado hasta 1917.
Fuentes luminosas: a mitad del pasado siglo, en la década de los años 50, se implantó en Tenerife la moda de las fuentes luminosas en las calles. En este caso, para los caños de Cuatro Caminos se dedicó casi todo el solar disponible, lo que recortó la posibilidad de construir una amplia plaza para el disfrute y el descanso de los ciudadanos.
El conjunto se ha convertido con el devenir de los años en el lugar donde celebrar por parte de los vecinos los éxitos del Club Deportivo Tenerife, como ocurre en Madrid con La Cibeles o con Neptuno en el paseo de la Castellana.
Lugar de encuentro: La fuente se completa actualmente con una vanguardista escultura. Los árboles que decoran la zona se plantaron entre 1910 y 1913.
Hasta ella llega la rambla de Pulido. El nombre de Camino de La Laguna se mantuvo a pesar de que se le dio oficialmente el de calle del hospital Militar en 1853. La denominación actual se le impuso en mayo de 1903 y en junio de ese mismo año se descubrió, solemnemente la placa.
En 1907 el Ayuntamiento de Santa Cruz solicitó su propiedad, entre la plaza de Weyler y Cuatro Caninos y consiguió después de laboriosas gestiones por una Real Orden de 1912, que también se consideró un éxito personal del propio Pérez Armas, el diputado por La Gomera entre 1920 y 1923, bajo el Gobierno de Eduardo Dato.
El camino de La Laguna continúa en lo que hoy es la avenida General Mola, nombre impuesto el 1938 a uno de sus tramos, que se llamó Félix Benítez de Lugo.
RINCONES Y CALLES DE LA CAPITAL
La plaza 24 de Febrero, colofón del barrio de Duggi.
Luis Duggi, propietario y ex alcalde de Santa Cruz, era el dueño de la mayor parte de la finca en la que se construyó el barrio que lleva su nombre. Duggi vendió en 1872 una parte del solar situado detrás de la Maestranza, a mano izquierda del camino de La Laguna, tal y como explica Alejandro Cioranescu en su obra «Historia de Santa Cruz», para facilitar la expansión de la Capital.
A principios del siglo XIX el núcleo poblacional de Santa Cruz era muy reducido. Los documentos de la época destacan, por ejemplo, que la iglesia del Pilar estaba situada en un extremo de la Ciudad.
El ensanche de Santa Cruz se ha ido realizando por medio de la anexión al casco de nuevos barrios, que se iban edificando en zonas ganadas a eriales. No obstante, la ampliación de Santa Cruz no se ha hecho ordenadamente. En 1982 se decidió, por primera vez, sacar a concurso un plan de ensanche, que quedó desierto porque en esta ocasión no se presentó ningún proyecto para llevarlo a cabo.
Cioranescu refleja que en 1901 la Capital seguía sin plan de urbanismo. Por este motivo, el Ayuntamiento no contaba con ningún instrumento legal para oponerse a nuevas construcciones o para obligarlas a ajustarse a normas concretas.
En este momento, las casas que se estaban fabricando en el barrio Duggi, tenían una altura convencional y no seguían ninguna rasante determinada debido a que las calles estaban sin trazar.
En 1902, el Consistorio volvió a publicar un segundo concurso, premiado con 15 mil pesetas. Pese a la iniciativa, tampoco dio resultado y se Convocó otro nuevo concurso dotado con una fuerte cantidad de dinero en 1914. Recuerda Cioranescu que todos los intentos fueron vanos y que el primer Plan General de ordenación de Santa Cruz se publicó en 1952, con las firmas de los arquitectos Enrique Rumeu y Luis Cabrera.
A falta de normativa, el Ayuntamiento autorizó a Duggi en 1874 para que tuviera un plan de urbanización propio, al tiempo que obligaba al empresario a comprar el solar de las calles resultantes.
Asimismo, la Corporación autorizó a Duggi para que diese su nombre a una de las calles y también fue idea del Consistorio formar una plaza en la zona, en concreto, frente al nuevo Hospital Militar. Ese espacio de recreo se llamó entonces 24 de febrero. Este barrio tuvo un nuevo empuje en su parte occidental, en la que un particular, Juan Sitjá y Capmany, construyó de golpe 50 casas en los solares comprendidos entre la calle Castro y la Rambla, por lo que en 1903 estaba prácticamente terminado.
La calle Ramón y Cajal y el asilo Victoria.
Construida en paralelo al barranco de Santos, la calle Ramón y Cajal de la Capital recibía antiguamente el nombre de Noria Alta y fue urbanizada en 1936, según los datos aportados por Alejandro Cioranescu en su listado de vías de «Historia de Santa Cruz».
Dentro del barrio de Duggi, en la esquina de esta vía con la calle Galcerán, se construyó el asilo Victoria, un centro de acogida de niños abandonados y de formación de los hijos de los obreros. Su iniciadora fue doña Aurea Díaz Flores, señora de Schwartz, quien puso la denominación a esta institución por la reina Victoria Eugenia, presidenta honoraria del centro. Construido según el proyecto de Antonio Pintor, fue levantado en un solar de 3 mil metros cuadrados que fue cedido por el Ayuntamiento de Santa Cruz.
La obras costaron 70 mil pesetas y fue inaugurado en 1911, siempre según los datos de Cioranescu. En primer lugar, fueron llamados a regentar el asilo los hermanos de las Escuelas Cristianas, que empezaron sus clases con más de 180 alumnos, alternando las clases teóricas con las prácticas, que se limitaban, en el primer curso, a la carpintería y a la zapatería.
Sin embargo, desde mucho tiempo antes el Ayuntamiento había tratado de poner en marcha un asilo de párvulos, desde 1853, tropezando con la falta de fondos.
En aquella época la actuación de la Casa de Huérfanos era insuficiente. Entre 1859 y 1863 habían ingresado 116 menores, pero «la chiquillería que vivía y se criaba en la calle daba para mucho más», según el autor de «Historia de Santa Cruz».
Situación de abandono.
La preocupación ante estas situaciones de abandono había cobrado fuerza ante la opinión pública desde 1900 y hasta 1905. Sólo en 1906, el 22 de marzo, como resultado de estos hechos, se había formado en la Ciudad una sociedad benéfica cuyo objetivo era el de dar asilo y educación a niños abandonados y a los hijos de los obreros, un proyecto que permitiría alumbrar, cinco años después, el citado asilo Victoria.
Esta asociación aún existía en 1972, en el número 15 de la calle Galcerán, donde se ubicaba una escuela profesional.
Lo cierto, en cualquier caso, es que la asistencia a los pobres se solía improvisar en la Capital a medida que surgían serios problemas, como las epidemias o la carestía de víveres. Una vez más, la caridad era, en esas ocasiones, una virtud de la que se podían enorgullecer los vecinos, muchos de los cuales repartían sacos de pan y provisión de caldo entre los más desfavorecidos.
Crean en Tenerife «babel», una moneda social para pagar bienes y servicios
Santa Cruz de Tenerife, Europa Press

La plataforma Arca de Babel ha presentado este jueves una moneda colaborativa con la que se pueden pagar algunos de los servicios que voluntariamente ponen a disposición sus socios, o para transacciones en comercios que quieran adherirse, por ejemplo una peluquería.
Cada ‘babel’, como se denomina la moneda, equivale a 1 euro y también se puede utilizar para hacer descuentos, lo que puede servir para atraer a más clientes, a los que este uso de la nueva moneda supondrá un ahorro.
En la presentación, los responsables de esta iniciativa indicaron que al utilizar ‘babeles’ se está incentivando el intercambio de conocimiento, bienes y servicios en todos los niveles dentro de la comunidad, lo cual favorece la conexión entre personas y la creación conjunta de valor.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Vecinos El Monturrio, de Duggi, señaló que esta moneda tiene el valor de intercambio de las necesidades entre personas, y que acciones como ésta son «pequeños pasos para el cambio».
Desde la plataforma se está tejiendo una red de empresas, comercios, profesionales y proveedores de servicios varios que aceptan cobro total o parcial en ‘babeles’, como el restaurante ‘La Ecológica’, que ya ha firmado el convenio para aceptar esta moneda en su establecimiento.
Para formar parte de esta red, las personas interesadas tan sólo tienen que rellenar el formulario que está en la web www.arcadebabel.com. Asimismo, se pueden comprar ‘babeles’ directamente en la sede del Arca de Babel o a través de su web.
El diseño de la moneda es obra del diseñador gráfico Fernando Jiménez, quien ha incluido, además de imágenes que identifican a las islas, una leyenda en cada valor que refleja el espíritu del Arca y de la economía que hay detrás: ‘Autogestión y pensamiento’, ‘Desarrollo local a escala local’ y ‘Los emprendimientos en acción crean futuro’.
Se han acuñado 1.200 monedas correspondientes a 22.000 babeles que se tiene previsto poner en circulación a lo largo del año 2015. La presentación oficial de los ‘babeles’ se hará durante el segundo aniversario del Arca de Babel.
Viaje a los «cimientos» del barrio de Duggi
Los orígenes del barrio de Duggi están reflejados en el libro, se presentó en sociedad en el salón de actos del Real Casino de Tenerife. «Luis J. Duggi y Oria. Apellido italiano en la historia de Santa Cruz de Tenerife y su genealogía», de Ediciones Idea, es una obra que se ha venido gestando en los últimos ochos años y que lleva las firmas de Carlos García, Zenaido Hernández e Ignacio Luján.
García encabeza los créditos de una publicación que sacaron adelante tres vecinos de Duggi, conocido popularmente como el barrio del Monturrio, cuyos contenidos se fueron recopilando en diferentes centros de investigación de Tenerife, Livorno y La Habana. Para la presentación del lunes se ha diseñado una exposición multimedia -que se va a alargar durante unos 30 minutos- a partir de la cual los asistentes podrán ver una selección de fotos con las que poder apreciar la evolución de un núcleo urbano básico en la expansión del municipio de Santa Cruz de Tenerife.
El libro está organizado en tres bloques. El primero supervisado por Carlos García se ha dividido en nueve partes, siendo el punto de partida el origen del apellido Duggi. «Del Tirreno al Atlántico» se convierte en el motor de arranque de una narración en la que se ofrecen distintas visiones del Duggi que se enfrentó a Nelson, del Duggi comerciante -con unas operaciones que hoy estarían bajo sospecha- o el Duggi político. Esta publicación cuenta con un doble prólogo en los que participaron Luis Cola y Alberto Omar Walls.
La segunda parte, presentada a los lectores como «El barrio de Duggi», consta de ocho capítulos en el que se facilitan datos que conectan este entorno con el barranco de Santos y en el que, además, hay una referencia a la finca de don Bruno. Las parroquias y las calles del barrio son otro atractivo de un texto que curiosamente verá la luz el mismo día en el que fue enterrado Luis J. Duggi en el cementerio de San Rafael y San Roque: su muerte se certificó el 6 de noviembre de 1901 y su esquela apareció en la portada del periódico al día siguiente.
El tercero, y último gran bloque, aglutina los testimonios más personales en torno al título «Yo nací en el barrio de Duggi». En este desenlace se insiste en realizar una radiografía histórica -en el libro se insertaron más de medio centenar de imágenes- del entorno en el que se movió un personaje que continúa siendo un gran desconocido para los santacruceros. «Es una vida llena de curiosidades», avanza Carlos García de un hombre que desempeñó las funciones de alcalde de facto de la ciudad durante varios años. «Nació en Cuba y murió en la indigencia», apostilla el autor de varias publicaciones identificadas con la cultura popular.
Autores: Carlos García. Zenaido Hernández. Ignacio Luján.
Título: «Luis J. Duggi y Oria Apellido italiano en la historia de Santa Cruz de Tenerife y su genealogía».
Editorial: Idea.

Las huellas del último Duggi
Hay fechas que acaban enredadas en la crónica social de una ciudad por inercia; fechas que conectan presente y pasado a partir de un nombre. Luis J. Duggi y Oria es uno de esos personajes. El salón de actos del Real Casino de Tenerife vivió anoche la presentación de un libro en cuyas páginas se reconstruyen las huellas del último Duggi. Carlos García, Zenaido Hernández e Ignacio Luján son los impulsores de «Luis J. Duggi y Oria. Apellido italiano en la historia de Santa Cruz de Tenerife y su genealogía», un proyecto de Ediciones Idea en el que se filtran aspectos esenciales para entender los orígenes del barrio de El Monturrio.
El acto contó con la asistencia de José Alberto Muiños, presidente del Real Casino de Tenerife, quien ejerció como anfitrión en el devenir de una velada en la que se habló mucho del expresidente de una sociedad que ayer revivió algunos del Santa Cruz de Tenerife que se propuso crecer sobre los márgenes del barranco de Santos. Durante la exposición se fueron amontonando logros -la figura de Luis J. Duggi fue clave en la planimetría, la canalización o el desarrollo del alumbrado y el gas público de la ciudad-, pero también su misteriosa existencia.
Los primeros pasos del apellido Duggi en la capital tinerfeña hay que ubicarlos en el año 1761. Esa es la base de un árbol genealógico que se ilumina en la rama de Luis J. Duggi y Oria y se diluye en los tres nombres de mujeres que en la actualidad residen en el estado de Ohio. Sus pasos, concretamente, se pierden el 7 de noviembre de 1901, día en el que sus restos fueron sepultados en el cementerio de San Pablo y San Rafael.
Carlos García, que ayer apoyó sus tesis con una presentación multimedia, habla compulsivamente de un personaje que ejerció varios años como alcalde accidental de Santa Cruz de Tenerife sin ser elegido como tal. No obstante, se valió de su privilegio como concejal para tomar las riendas del gobierno municipal.
Acaudalado hombre de negocios, con un generoso catálogo de propiedades empresariales y familiares, Luis J. Duggi armó su vida familiar en Cuba -allí existen referencias de una esposa e hijo-, pero nunca hizo pública esa vida durante su estancia en Tenerife.
Conseguidor de mano de obra canaria barata al servicio del Círculo de Hacendados de La Habana, esta actividad -que roza de lleno los cánones de la esclavitud- le sirvió para fortalecer su economía gracias a las operaciones cerradas en plantas azucareras y bananeras. Ese cúmulo de prosperidad, que fue amasando a raíz de las decisiones que tomó como regidor y la rentabilidad de sus negocios, le permitió acceder a un estatus que lo convirtió en presidente del Real Casino de Tenerife y miembro de la Real Sociedad Económica Amigos del País de Tenerife y del Gabinete Ilustrado de Santa Cruz de Tenerife, entre otras sociedades.
Esa parte la historia del apellido Duggi en Tenerife -pilar básico de un enclave urbano para la ciudad- que se pierde con el retorno de Luis Duggi y Oria a territorio cubano, hoy es crucial para entender la prolongación del mismo en territorio estadounidense: su único hijo reconocido, que nunca llegó a pisar Canarias, organizó su vida en Nueva York. Pero en esos viajes de ida y vuelta entre La Habana y Santa Cruz de Tenerife se produjo un dato que es definitivo en la resolución de una vida llena de misterio. Y es que el protagonista de la publicación que anoche se presentó en el Real Casino Tenerife agotó los últimos cuatro días de su existencia en la capital rodeado de miserias. Con una salud que ya vino quebrada del Caribe, en el libro se cuenta cómo una colecta popular tuvo que sufragar el entierro del que había sido el hombre más poderoso del barrio de Duggi.
Autores: Carlos García. Zenaido Hernández. Ignacio Luján.
Título: «Luis J. Duggi y Oria Apellido italiano en la historia de Santa Cruz de Tenerife y su genealogía».
Editorial: Idea.
El CEIP San Fernando, ejemplo de reciclaje y sostenibilidad
El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife puso en marcha en marzo pasado una prueba piloto para la recogida selectiva de biorresiduos en el municipio, que se ha desarrollado hasta el mes de octubre en una veintena de hospitales, hoteles y colegios de la ciudad. Se trata de una actividad que tiene su origen en la directiva europea de residuos, que obliga a los estados miembros a fomentar esta recogida separada, así como en las cifras de materia orgánica generadas por Santa Cruz de Tenerife que alcanzaron en 2014 las 30.000 toneladas. Recogiéndose de forma separada, esta fracción de los residuos pudo continuar su ciclo en el Complejo Ambiental de Tenerife, donde se procesó en la planta de tratamiento para su transformación en compost.

El cuarto teniente de alcalde y concejal de Servicios Públicos, Dámaso Arteaga, señala que “esta es una apuesta por la quinta fracción y la sostenibilidad para acercarnos a los objetivos europeos en materia de reciclaje, sin coste para el Ayuntamiento. Se trató de una prueba piloto de recogida selectiva de biorresiduos orgánicos, dos veces por semana, cuya generalización en el futuro, además, repercutirá en el incremento de la tasa de reciclaje en envases y papel cartón, ya que supondrá la separación total de los residuos en origen”.
Armando Bustabad, director del CEIP San Fernando, colegio emblemático de nuestra capital inaugurado en 1932 y uno de los diez centros de enseñanza que colaboran en este proyecto piloto, indica que la iniciativa del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para la recogida separada de materia orgánica le parece “una magnífica idea, puesto que nunca es tarde para comenzar con el reciclaje, sobre todo en lo que respecta a la materia orgánica, que era lo único que quedaba pendiente, junto a la basura electrónica”.
“En este sentido, además de vidrio, papel, cartón y envases, la recogida de materia orgánica es imprescindible y nuestros alumnos ya saben cómo hay que hacer para reciclar y hasta enseñan a sus padres y familiares en sus casas a realizar esta tarea”, explica el regidor del centro escolar.
Bustabad dice que es una iniciativa muy positiva “porque el alumno comprueba de primera mano cómo se está reciclando dentro del comedor, que es el lugar donde se genera más materia orgánica. Para ello se explica a los alumnos la manera de separar estos materiales, por ejemplo, en el recreo, de modo que una vez que se comen el bocadillo no tiren los envases en el mismo lugar que los residuos orgánicos. En el comedor el proceso es más amplio todavía y el alumno observa como los envases de alimentos no se depositan en el mismo lugar que la materia orgánica. Este proceso no queda en la mera observación, sino que los alumnos también son partícipes”.
Desde el momento en que el Ayuntamiento de Santa Cruz dio a conocer esta propuesta al CEIP San Fernando, todos los miembros de la comunidad educativa la aceptaron inmediatamente y, tanto el consejo escolar como el claustro de profesores, se sumó a ella con satisfacción. “Todos la valoramos como una muy buena iniciativa, aunque ahora lo que hay que pretender es que se amplíe el número de centros y el número de recogidas que se realiza hasta que se pueda desarrollar todos los días”, afirma Bustabad.
“Dentro del propio centro escolar ya practicamos una política de separación de residuos con contenedores específicos para papel, envases ligeros y pequeños electrodomésticos, así que el alumno ya separa en esos contenedores. De hecho, todos los años impartimos talleres sobre reciclaje y reutilización de materiales, además de pertenecer a proyectos específicos como Recíclope. También tenemos el honor de ser el primer centro educativo sostenible del Archipiélago gracias a nuestra política de reciclaje y a la implantación de métodos de ahorro energético y recogida selectiva de basura”, recuerda el director del San Fernando.
Respecto al proceso de implantación de este proyecto, Bustabad afirma que “es posible que al principio cueste un poco adaptarse, porque hay que habituar al personal que ejecuta las tareas que conlleva el proceso de separación de los residuos, pero una vez que se acostumbran, esta labor ya pertenece a la propia rutina de trabajo que debemos incentivar. El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife también hace un esfuerzo para realizar este trabajo, ya que casi todos los centros tenemos el mismo horario y el comedor se desarrolla en las mismas franjas horarias, por lo que los operarios encargados de la recogida han de establecer una logística adecuada”.
“El reciclaje es un asunto de ciudad”
El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, afirma que el reciclaje es “un asunto de ciudad. Nos hemos marcado el objetivo de que se separen cada día más los residuos en origen, con la finalidad de hacer una ciudad más sostenible. Ahora hemos dado un paso adelante con la puesta en marcha de una iniciativa para recoger los biorresiduos”.
Los colegios Isabel La Católica, Tomé Cano, El Chapatal, Onésimo Redondo, Fray Albino, Los Dragos, Rafael Gaviño del Bosque, María Isabel Sarmiento y Miguel Pintor son los restantes centros de enseñanza del municipio capitalino que también colaboran en el proyecto piloto de recogida de biorresiduos, a los que se suman los hoteles Taburiente, Iberostar Grand Hotel Mencey, Plaza España Adonis, NH Tenerife, Silken Atlántida y Pelinor, así como los hospitales Quirón Tenerife, Parque, Hospiten Rambla y Clínica San Juan de Dios.
Para cumplir con el desarrollo de este proyecto, el Ayuntamiento de Santa Cruz ha facilitado a los establecimientos colaboradores los contenedores específicos para la recogida de los biorresiduos, de color marrón, que componen la denominada fracción orgánica o quinta fracción.
En dichos contenedores solo pueden depositarse restos de verdura y fruta, restos de carne y pescado, restos de comida cocinada, pan y alimentos caducados, posos de cafés e infusiones, cáscaras de huevo y frutos secos, papel de cocina sucio y restos vegetales de jardinería. El resto de residuos se deberán depositar, como hasta ahora, en el contenedor de fracción resto. Los residuos generados por los centros y empresas colaboradoras de este proyecto piloto se trasladan dos veces por semana hasta el Complejo Ambiental de Tenerife.
El último servicio de Kiko el manitas
Tras doce años como conserje y guardián del colegio público San Fernando, en el barrio de Duggi, Kiko puso punto final esta semana a su etapa laboral. Será un hasta siempre, pues su espíritu permanecerá en el centro docente.

Es un «manitas», «muy solidario», «colaborador», «siempre dispuesto a todo sin pedir nada a cambio»… En definitiva, una buena persona a la que «echaremos de menos». Todos estos piropos, y más, se los brinda la comunidad educativa del colegio público de Infantil y Primaria (CEIP) San Fernando, en el barrio de Duggi, en el que, hasta este martes, fue conserje y guardián del centro docente.
Con nombre de actor de telenovela, Francisco Alfredo (Rodríguez Santos), pero con un diminutivo cariñoso, Kiko, profesores, padres, madres, personal de administración y servicios y, sobre todo, los alumnos se han rendido a la bondad de un hombre que ha hecho del colegio su hogar durante los últimos doce años.
Funcionario del Ayuntamiento de Santa Cruz desde el año 1982, cuando superó una oposición -aunque ya trabajaba para la administración desde unos años antes-, Kiko llegó al centro docente de Duggi tras pasar primero por otros empleos poco vinculados al que, finalmente, lo llevaría hasta la jubilación. Primero fue sepulturero en el cementerio de Santa Catalina, en El Sobradillo, luego pasó al Museo de Bellas Artes y más tarde fue chófer, sobre todo, de la Gerencia de Urbanismo.
Durante su etapa en el colegio, y con una sonrisa siempre como tarjeta de presentación, Kiko se fue ganando la confianza de todos hasta tal punto que se convirtió en una pieza casi imprescindible en el día a día del colegio.
«Lo mismo arreglaba una avería que se quedaba un rato con un alumno al que sus padres no llegaban a tiempo de recoger. Tenían mucha confianza en él», relatan sus compañeros. Del cariño que le profesan sirvan como ejemplo las visitas que, con frecuencia, le hacían antiguos alumnos. «Yo los he visto crecer», enfatiza. Ellos también lo extrañarán.
«No he tenido ningún problema con nadie en doce años», relata, orgulloso de tanto aprecio. «Me hicieron llorar el viernes», repite en varias ocasiones, en alusión a la despedida que le brindaron algunos padres y alumnos la semana pasada. La «oficial» fue este viernes, en un acto en el colegio al que faltaron pocos de los que han sido sus compañeros durante los últimos doce años.
Originario de Ofra y padre de seis hijos -el menor tiene ya 25 años-, Kiko deberá afrontar ahora el cambio que supone su nueva situación, y no solo laboral. «Todavía me sigo levantando a las seis y algo de la mañana», asegura. Pero tendrá que cambiar el «chip».
Hasta final de año podrá seguir utilizando la vivienda que ha habitado durante su etapa en el colegio, ubicada dentro del mismo centro. «Me tendré que buscar una casita de alquiler», relata. Sus lugares preferidos son La Cuesta, La Salud o Taco. Seguro que no tendrá problema para encontrar otro hogar.
Al que elija se llevará a sus dos mascotas, un perro pequeño, Chiripa, y un gato, Estrella, que hasta ahora han sido su fiel compañía en el colegio. Con ellos le tocará compartir el cariño que hasta ahora ha brindado a los niños del San Fernando y que estos le han devuelto cada día. Su sustituto en el puesto, Rafa, ya lo sabe: tiene el listón muy alto.